Algunos “elogios”, o sea, disparates sobre la pobreza son: señalarlos como pobrecitos, darles ayudas sin retorno e inculcarles que son pobres porque alguien les negó algo o los robó. Por supuesto que hay que luchar para resolver el problema, pero, si tenemos miles de años haciendo lo mismo, mejor es revisar el método; como hizo Obama sobre Cuba.
Al tratarlos como pobrecitos se les está reafirmando la condición de venidos a menos. Este discurso tiene efectos psicológicos devastadores. Imagínese que Ud. tenga un hijo de pocas potencialidades y que, en vez de destacarle lo que sí puede hacer, le recuerde constantemente que es limitado. ¡Sin comentarios! La solución es identificar sus potencialidades, educarlo, auparlo, promover inversiones privadas y fuentes de trabajo.
Al darles ayudas como dádivas dirigidas al consumo: comida, techo, salud, etc., sin que el pobre tenga que dar nada en contrapartida, ni pagar impuestos, se transmite la noción de que se les debe algo y que tienen derecho a seguirlo recibiendo, por lo que es mejor no abandonar su condición de pobre. Imagínese Ud. que tenga un hijo que no estudia ni trabaja, se la pasa jugando chapita y que Ud. no se lo reclame y le siga riendo la gracia dándole techo, comida,… ¡y la mesada! Después no se queje de que crió un delincuente ni lo llame malagradecido. La solución es muy clara: excepto en los minusválidos, lo que se recibe debe reciprocarse; todo apoyo debe ser a cambio de estudio o trabajo para potenciar al pobre.
Al inculcarles que son pobres porque alguien no les dio lo que debía, se reafirma su minusvalía. Si esto se refuerza con el tema de que los explotaron, se inculca el odio y la venganza. Imagínese ¿qué le pasaría a su hijo si pensara que es menos porque Ud. le dio más a su hermano? ¿Ha resuelto Ud. algo en la vida con venganzas? La solución es potenciar, no odiar.
Si todo lo anterior suena políticamente incorrecto, perdone que le diga algo más: muchos de quienes utilizan estos cuentos, no lo hacen para sacar a los pobres de la pobreza, sino para utilizarlos política, social o religiosamente como dependientes. ¿Cambiamos de enfoque?.